Testimonio misionero de Pablo Hernando Moreno (sacerdote agustino)

Nací en la ciudad de Soria hace más de medio siglo, y el Señor me eligió para ser sacerdote agustino el 12 de julio de 1970. Muy cercana a esa fecha, la Provincia de España había abierto la "Misión de Cafayate", y me enganché rápido, pues siempre me ilusionó la idea de ser misionero.
Tengo que dar gracias a Dios por haberme permitido entregar los primeros treinta años de mi sacerdocio a estos niños de rostro tostado, a los jóvenes que tanto les cuesta abrirse camino en la difícil situación que vive el país, y a los ancianos, que han envejecido y tienen sus manos curtidas en largos días de trabajo bajo el sol radiante de nuestra querida tierra argentina, por haber podido convivir con estas personas del Valle Calchaquí.
Uno de mis recuerdos, grabado a fuego, fue mi primera misión en los "cerros", más concretamente en Jasimaná, un paraje de la Parroquia de San Carlos, a unos tres mil metros de altura sobre el nivel del mar.
En 1972, cuando subí a celebrar la primera fiesta patronal, hacía unos veinticinco años que no recibían la visita de un sacerdote. Imaginaos la satisfacción de todos los vecinos, y la gran alegría de reunirse, en aquel entonces, en la "sala" (la casa grande del patrón) 
Fue algo muy fuerte, y lo más importante es que significó el despertar de la comunidad. A partir de entonces empezaron a comunicarse más. Primero entre ellos, luego con las autoridades departamentales y, por supuesto, con la Parroquia. Se empezó a pensar en construir la primera “escuela”, el "camino", la "posta sanitaria" y la "Capilla". 
Viví y sentí que la Iglesia, en su misión pastoral, es también promotora del desarrollo humano, educativo y social para toda comunidad en el continente latinoamericano... 

El Padre Pablo nos relata también cada etapa de su vida misionera:

Destino misionero: República Argentina: 
Misionero en la Prelatura de Cafayate 1970 – 2003.
Párroco en Arquidiócesis de Salta 2003 – 2011.
Párroco en la Arquidiócesis de Buenos Aires 2011 …

1° Etapa: Misionero en el Norte de Argentina, en la Prelatura de Cafayate

La Prelatura de Cafayate fue creada el 8 de Septiembre de 1969. Comprende, en la provincia de Salta, los departamentos de Cafayate, San Carlos y Molinos; en la provincia de de Tucumán, los departamentos de Amaicha del Valle y Colalao del Valle; en la Provincia de Catamarca, los departamentos de Santa María, San José y Antofagasta de la Sierra.
Una superficie de 46.847 kilómetros cuadrados. Población: 49,500 habitantes. Parroquias: 8. Puestos de Misión: 104.
Durante todos los años trascurridos en la Prelatura de Cafayate, me dediqué a la evangelización de cada comunidad cristiana, a la formación de catequistas y de animadores de las comunidades, para atender todos y cada uno de los puestos de la misión, cuando los sacerdotes no podíamos asistir, los animadores hacen la Celebración de la Palabra.
También trabajé mucho, con ayuda de la Delegación de Misiones de Soria en la “promoción humana” de las personas. Les ayudaba en los comedores comunitarios, con becas para estudiantes y a los ancianos con el Hogar para las personas de la tercera edad.

2° Etapa: Parroquia de Santa Teresa en la Arquidiócesis de Salta

Estuve ocho años atendiendo la Parroquia de Santa Teresa de Jesús, con las actividades propias de la misma. También estuve muy dedicado a la Pastoral de la Familia, coordinando los distintos Grupos Arquidiocesanos y de Asesor  del Movimiento Familiar Cristiano.

3° Etapa: Parroquia de San Martín de Tours en la Arquidiócesis de Buenos Aires

El día 6 de Febrero del 2011, la Orden de San Agustín me encomendó esta nueva tara pastoral, como Párroco de la Parroquia de San Martín de Tours, Patrono de la Ciudad de Buenos Aires.
La Comunidad Parroquial está situada en Palermo, uno de los barrios importantes de la Ciudad de Buenos Aires. Atendemos una zona bastante carenciada, la “Villa 31”, que atendía en su momento e, Pbro. Carlos Mugica, que fuera asesinado en el año 1974. En estos días se le ha hecho un homenaje y se ha colocado un monumento en su memoria. La Villa 31 sigue siendo una de las periferias existenciales, de las que habla el Papa Francisco, donde está presente la delincuencia, la droga, y, por supuesto la pobreza.