Carta del Obispo de Osma-Soria para la Infancia Misionera 2016




Queridos diocesanos:

Con el lema “Gracias” celebramos este domingo 24 de enero la Jornada de la Infancia Misionera. Dice el refrán castellano que “es de bien nacidos ser agradecidos”; y es cierto: tenemos que ser agradecidos y sencillos porque todo lo que somos y mucho de lo que tenemos lo hemos recibido, primero, de manos de Dios y, en segundo término, de nuestros padres y de otras personas. Dice San Pablo a los fieles de Corinto: “¿qué tienes que no lo hayas recibido? Y si lo has recibido ¿para qué gloriarte como si no lo hubieras recibido?” (1 Co 4, 7)
Hay muchas cosas en nuestra vida a las que nos hemos acostumbrado, que hemos tenido siempre, pero no nos damos cuenta de que somos unos auténticos privilegiados. Por eso es bueno mirar a nuestro alrededor (y también lejos de nosotros) para darnos cuenta que hay tantos que no tienen lo que nosotros nos hemos acostumbrado a tener y que no valoramos. Nos hemos acostumbrado a la fe, que a veces descuidamos y no valoramos; a tener una familia que nos quiere; a una educación o unos medios para vivir holgadamente; a hacer tres o más comidas al día; a tener unos padres que velan por nosotros o unos hijos que nos dan su amor y nos llenan de satisfacciones; a tener una casa confortable en la que vivir e, incluso, unos lujos que no son necesarios; a disfrutar de una paz; a tener unos derechos que nos defienden de quien nos pueda hacer algún tipo de mal; a tener salud y todos los medios que nos permiten llevar una vida digna, etc.
Para valorar todo esto que forma parte de nuestra vida ordinaria y a lo que estamos acostumbrados, tenemos que mirar otras realidades: personas que no tienen una familia o cuya familia está rota; que no tienen unos padres porque la guerra ha acabado con ellos; que no gozan de libertad ni tienen una casa porque su estado de pobreza no se lo permite o porque la guerra les ha hecho huir de ella; que no tienen ni siquiera para comer lo suficiente para sobrevivir.
¡El día de la Infancia Misionera nos hace caer en la cuenta de que tenemos tantas cosas y tantas razones por las que estar agradecidos! ¡Tantos dones de Dios que hemos recibido y gozamos de ellos! Tenemos que darle gracias en primer lugar a Dios que nos ha llamado a la vida, nos ha dado la fe y nos ha hecho sus hijos; que nos quiere a pesar de nuestra poca o nula respuesta; que se compadece de nosotros cada vez que le ofendemos o nos olvidamos de Él; que está pendiente de nosotros aunque nosotros seamos indiferentes a Él; que nos lo ha proporcionado todo a través de unas mediaciones determinadas. Tenemos más que motivos para dirigirnos a Dios y decirle: ¡Gracias, Señor, por todo lo que somos y por todo lo que tenemos porque te lo debemos a ti! Además, tenemos que ser agradecidos también con los demás, con tantas personas que diariamente nos demuestran que nos quieren, nos ayudan y se entregan a nuestro servicio desinteresadamente para que seamos felices.
Esta actitud de gratitud respecto a Dios y respecto a los demás hemos de vivirla los mayores, que somos conscientes de la generosidad de Dios y de los demás, pero hemos de enseñársela y acostumbrar a los pequeños a vivir la vida siendo agradecidos a Dios que ha hecho posible que, por medio de otras personas, sean lo que son y tengan lo que tienen. Hemos de acostumbrarnos, como dice el lema de esta Jornada, a decir muchas veces “gracias”: gracias a Dios y gracias a los demás, de manera especial a los más cercanos. La Infancia Misionera nos hace esta llamada a ser agradecidos de lo que somos y tenemos mirando a tantos hogares, a tantos niños y mayores a los que les falta todo eso a lo que nosotros nos hemos acostumbrado. Digamos hoy muchas veces a Dios “gracias” y hagámoslo también con todos los que nos quieren, nos cuidan y nos hacen la vida un poco más fácil y feliz.